A pesar de su título, No toques mis círculos no habla de Podemos, sino de una situación que podría dar lugar a la consabida indignación ciudadana: Tomás Canalejo, de profesión físico, es despedido de su puesto de trabajo como investigador debido a las omnipresentes reducciones del presupuesto. Su reacción, no obstante, trata de ser constructiva y, en consecuencia, decide reinventarse para crear un espectáculo que dé a conocer la figura de Arquímedes de Siracusa entre la población.
Este punto de partida define desde el principio el carácter del protagonista, un hombre entusiasta y con una gran dosis de ingenuidad que tropezará constantemente con los inevitables obstáculos que la realidad - y su inexperiencia- opone a su proyecto. Y, en cierto modo, fija también los parámetros en los que se mueve el espectáculo, que lo fía todo a la sencillez y al contacto con el público. Existe también ingenuidad, pero una ingenuidad más aparente que real, porque por debajo de la simplicidad de la función subyace una sarcástica crítica a esa idea del "reciclaje" de las personas que tanto se repite desde las instancias instigadoras del neocapitalismo.
Formalmente, sin embargo, predomina el tono amable y el humor para todos los públicos. Es un espectáculo con encanto, en el que cada uno de los números añade un matiz al conjunto, tocando diferentes palos, desde la música en directo hasta los títeres. Las peripecias de la vida de Arquímedes se entretejen con las vicisitudes vividas por el propio Canalejo para poner en pie su obra, lo que permite la aparición de toda una panoplia de personajes que aluden a la actualidad más reciente e introducen comentarios irónicos sobre muchos aspectos de la sociedad actual, o que juegan -elegantemente- con tópicos conocidos de los espectadores, como en la hilarante escena en que dialogan dos soldados romanos, uno de origen andaluza y otro de linaje gallego.
El montaje alterna escenas vivas con otras más frías. Sigue una línea que por momentos pierde el pulso, pero Montenegro logra recuperarlo. De alguna forma, esta obra parece una puesta a prueba de sus habilidades como actor y, sin duda, sale bien parado del reto: realza la teatralidad del texto y dota de estructura al relato. Y como desarrolla muy bien su oficio y la historia es simpática en su humildad, acaba por ganar la complicidad del público y termina entre aplausos agradecidos.
No toques mis círculos de Artello Teatro
Dirección: Rosa Hurtado
Elenco: Santi Montenegro
Diseño de vestuario: Suso Montero
Colaboración dramatúrgica: Manuel Pombal y Óscar Codesido
Colaboración Musical: Ramón Souto
Sala Ártika, Vigo. 19 de junio de 2015.